No es que me haya cansado del coche, mi bólido sigue rugiendo, aunque últimamente ha dado avisos de querer abandonar este mundo, pero por ahora he conseguido que resucite. Pero creo que me toca cambiar de perspectiva, este fin de semana le he dado vueltas a muchas cosas, y el último post que publiqué me ha dado una gran idea (me ha dado varias, pero una inmediata).
Noedipa se retira de la carretera, aparca el coche, y se hace a la mar. O más bien, me oriento al mar. Voy a cambiar la perspectiva, a mirar de más arriba y con más luz...me voy a vivir a un faro. Decidido. Así que por allí nos vemos. (es lo que tiene no tener pasta, si tuviese pasta, me compraba el faro más molón en el lugar más molón de toda la geografía española y me iba a vivir allí, pero como no puede ser, me conformo con abrirme un blog con ese nombre, y escribir desde allí chorradas iguales a las que escribo ahora. Pero al menos lo haré con clase, ajjaja).
Todos tenemos un secreto guardado bajo llave en el ático del alma. ("Marina", Carlos Ruiz Zafón).
domingo, 19 de diciembre de 2010
viernes, 17 de diciembre de 2010
Ilusiones
De pequeños siempre tenemos mil fantasías en la cabeza: quise ser periodista, cantante, actriz, peluquera, bombera, escritora, jefa, azafata, piloto, maestra, científico, ... Todo lo que tuviese que ver con viajar y crear eran para mí una profesión perfecta.
También quise ser una estrella del basket, del balonmano, de la natación y de la gimnasia rítmica. Flipaba viendo los campeonatos de gimnasia rítmica en TV, más durante los años que practiqué ese deporte. Y también soñaba con volar hasta el aro y encestar (2 meses creo que tardé en meter mi primera canasta), o en ser como Urdangarín, Masip o Barrufet, pero en chica.
Pasan los años, encuentras nuevas metas, nuevos retos que nunca jamás te planteaste y que no tienes duda de que es ese el futuro que quieres. Sin embargo, hay sueños que siguen perdurando, y hoy me he acordado de dos de ellos, que me encantaría poder cumplir:
Vivir una temporada en un faro, a la orilla del mar. Y pasarme las horas del día en lo alto, en una habitación llena de luz leyendo, bordando, estudiando... Y vivir las noches de tormenta, golpeando el agua en el cristal y escuchando el oleaje que no me deja dormir.
Tener mi propia librería, con estanterías de 2metros y medio de altas, repletas hasta arriba de libros. Dónde no quepa nada, dónde la gente venga a buscar el libro más raro e insospechado que nunca pudiste pensar. Con algunos sofás donde la gente pueda sentarse tranquilamente a ojear el libro, y una mecedora para mí, junto a la ventana, desde la que ver pasar la gente y las estaciones acompañada siempre de un buen libro y un buen café.
Me imagino con unos anteojos (que no gafas) mirando por encima de ellos a un jovenzuelo que viene buscando un antiquísimo libro llamado El guardián entre el centeno y que alguien le ha dicho que debe leerlo, y cogiendo unas escaleras de madera para subirme a lo alto a por esa reliquia, o El principito.
Estos son mis sueños de vejez. Espero poder cumpirlos.
Ala! Feliz 2011 a todos!
También quise ser una estrella del basket, del balonmano, de la natación y de la gimnasia rítmica. Flipaba viendo los campeonatos de gimnasia rítmica en TV, más durante los años que practiqué ese deporte. Y también soñaba con volar hasta el aro y encestar (2 meses creo que tardé en meter mi primera canasta), o en ser como Urdangarín, Masip o Barrufet, pero en chica.
Pasan los años, encuentras nuevas metas, nuevos retos que nunca jamás te planteaste y que no tienes duda de que es ese el futuro que quieres. Sin embargo, hay sueños que siguen perdurando, y hoy me he acordado de dos de ellos, que me encantaría poder cumplir:
Vivir una temporada en un faro, a la orilla del mar. Y pasarme las horas del día en lo alto, en una habitación llena de luz leyendo, bordando, estudiando... Y vivir las noches de tormenta, golpeando el agua en el cristal y escuchando el oleaje que no me deja dormir.
Tener mi propia librería, con estanterías de 2metros y medio de altas, repletas hasta arriba de libros. Dónde no quepa nada, dónde la gente venga a buscar el libro más raro e insospechado que nunca pudiste pensar. Con algunos sofás donde la gente pueda sentarse tranquilamente a ojear el libro, y una mecedora para mí, junto a la ventana, desde la que ver pasar la gente y las estaciones acompañada siempre de un buen libro y un buen café.
Me imagino con unos anteojos (que no gafas) mirando por encima de ellos a un jovenzuelo que viene buscando un antiquísimo libro llamado El guardián entre el centeno y que alguien le ha dicho que debe leerlo, y cogiendo unas escaleras de madera para subirme a lo alto a por esa reliquia, o El principito.
Estos son mis sueños de vejez. Espero poder cumpirlos.
Ala! Feliz 2011 a todos!
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